Había una vez un potrillo, su mamá y él vivían muy felices, con su manada en un campo, verde y precioso; este potro se llamaba Impulsivo, tenía dos hermanos más: Rayo y Trueno. Sus hermanos eran obedientes a diferencia de Impulsivo que, cada día la fastidiaba, de maneras muy distintas pero siempre la fastidiaba. La manada ya estaba cansada de aquel potrillo que molestaba y que se metía en líos todos los días.Un día Impulsivo se dio cuenta de que todos estaban hartos de él, entonces decidió irse, cuando estaba listo para irse se dio cuenta de algo que nadie había visto, y es que un jaguar acechaba la manada, Impulsivo se dio cuenta e intentó comunicárselo al líder pero éste pensando que era una más de sus bromas no le hizo caso; Impulsivo no tuvo más remedio que enfrentarse él solito un potro delgado e indefenso al grande y robusto jaguar cuando estaba preparado para pegarle un coz y romperle los dientes al felino le dijo:
-¡no! No me pegues, no quiero haceros daño es que me he escapado de mi familia porque dicen que molesto mucho y estaba buscando algún lugar para poder pasar la noche... me llamo Impulsivo y están todos cansados porque soy muy bromista y siempre estoy fallando...
Impulsivo después de escuchar al jaguar le respondió:
- yo también ando en las mismas pero, a diferencia tuya yo aún no me he escapado... es que tengo dos hermanos y los dos hacen lo que mi mamá les dice: si se meten con ellos, ellos no responden; si les pegan, ellos no pegan simplemente se van de ese lugar. Pero yo... justo hago lo contrario. Me considero un desastre y por eso no quiero molestar más a mi familia..
- No, por favor no hagas ese tremendo error de marcharte; yo lo hice pero tengo remordimientos, estaba pensando volver pero... no sé si me aceptarán...- El jaguar miró hacia el suelo, entristecido por estar en ese apuro, pero Impulsivo no lo aceptó:
-Vale, está bien. No me iré, pero tendrás que prometerme que volverás a tu casa.El jaguar se lo prometió y desapareció en el campo; al volver a la manada perdonó al líder y le prometió un cambió radical si no le volvían a decir que molestaba.
El jaguar no volvió a su casa, desobedeció al impulsivo obediente que pudo rectificar y empezar de nuevo; seguía siendo impulsivo, pero era un buen impulsivo, en cambio, el jaguar se volvió cada vez más malo y menos reflexivo.
Mi intención en este relato es demostrar que nosotros, los impulsivos, tenemos dos personajes: el potrillo y el jaguar. Podemos quedarnos en que somos poco reflexivos o que creamos muchos problemas por intentar tener la razón, entonces seremos el jaguar, que en vez de volver a su casa y pedir perdón para hacer borrón y cuenta nueva se quedó solo sin querer cambiar.Triste se quedó y triste murió, en cambio, podemos sacar provecho de nuestra impulsividad y terminar como el potrillo que jamás se parecerá a sus hermanos dóciles y reflexivos, pero sí que podrá dominar su carácter y terminar siendo un buen caballo.
Para ser impulsiva, reflexionas mucho y bien. Pero recuerda que ser impulsivo no está reñido con ser dócil. Eres dócil un poco más tarde, tras la primera reacción "impulsiva".
ResponderEliminarNO te entiendo querido Sine Gloria
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